No importa que destino sea, ir a explorar lugares foráneos siempre te aportará un nuevo aprendizaje que se volverá parte de tu vida, en esta ocasión mi amigo Miguel me invito a conocer la ciudad que lo vio crecer, una ciudad por la cual el siente una grandiosa e infinita pasión, sentimientos que logro fácilmente contagiarnos a mí y a otros amigos que se unieron a esta gran aventura.
Previamente a mi visita, había tenido varios comentarios negativos referentes hacia esta ciudad, prejuicios que etiquetaban a Acapulco como un lugar no atractivo para visitar, la verdad es que no hay como vivirlo en carne propia, la calidez que puede encontrar en Acapulco me dejo shockeado, sus bahías rodeadas de colinas altamente habitables, sus puertos llenos de pequeños y diversos barcos, paisajes que podías contemplar durante horas, un mar que te invitaba a ser parte de él, definitivamente es mejor ver un lugar sola una vez, que escuchar hablar de el mil veces.
Aun me encuentro muy agradecido con Miguel, las atenciones que nos brindó a cada uno de nosotros, hizo que esta experiencia se tornara aún más gratificante, el convivir con los amigos cercanos, el conocer un poco más de la historia de cada uno de ellos, reír, compartir, simplemente vivir y gozar de nuevas experiencias, factores que construyen nuestro camino, historias que se vuelven parte de nosotros, oportunidades que se presentan y te llevan a estar en lugares inimaginables.
Les comparto un poco de lo se vivió con la hermandad de estos seres tan chingones.