Dicen que la vida no se mide por el número de veces que respiramos, sino por los lugares que nos quitan la respiración, en esta ocasión tuve la oportunidad de salir del país por primera vez gracias a la invitación que me hizo mi amigo Abraham junto con Juan Carlos, en cuanto me contó lo que planeaban decidí aventurarme con ellos y así fue como decidimos hacer un road trip atravesando la costa desde los ángeles hasta san francisco pasando por increíbles lugares conforme avanzábamos en nuestra travesía, sin duda perdí la respiración más de una vez, las bahías desoladas de la costa de california son un lugar donde la libertad reina y te invitan a ser parte de ellas, posteriormente atravesamos verdes campos cuyo color era vivido como las praderas mas paradisíacas, así fue como llegamos a un pueblo mágico entre arboles olvidados , un pueblo estilo irlandés llamado Solvang, el cual parecía una fantasía hecha realidad, el lugar era bastante pacífico y tranquilo, me sorprendió la poca cantidad de gente que encontramos sin embargo esto nos permitió disfrutar del lugar de un modo más relajante.
Así seguimos hasta llegar a San Francisco y su increíbles colinas, relieves que te volverán loco una y otra vez con casas que cambian de color en un armonía de tonos que permanece constante, sus fabulosos muelles es algo que me dejo impactado, recorrerlos fue una experiencia que me acobijo de alegría, estructuras meticulosamente planeadas para el gozó visual de toda buena pupila critica, visitar el famoso Golden Gate me invito a ver hacía el pasado, preguntándome a mí mismo, ¿Cuantas personas habrán atravesado el otro fragmento de tierra para llegar a San Francisco? Encontrándose con el mayor destino de sus vidas, quizás un amor, quizás persiguiendo un sueño, quizás familiares o amigos que crearían no volver a ver, es sorprende que gracias a semejantes creaciones, se puede encontrar una oportunidad, una energía que vibra para moverte de un punto a otro, esa energía que permite unir el flujo de historias que suceden en la metrópolis, una fracción de aquellas historias quedará encapsulada en mis fotografías.
Somos seres cuya luz está constantemente en movimiento,
uno decide en que momento cruzaremos esos puentes que parecen interminables,
en donde se llega a otro punto de la vida, donde seguiremos aprendiendo.